jueves, 18 de junio de 2009

El tabaco y el gobierno

Acabo de ir al estanco a comprar tabaco.
Nada más entrar, el estanquero me mira con cara de pena y me dice:
- “Amigo, han subido los precios”.
- ¡Qué se le va a hacer! - contesto yo - y le pido dos bolsas de tabaco para liar.
Me sigue mirando con cara de resignación y me espeta:
- “No es una subida normal, el precio ahora es más del doble”.
- ¿Cómo? – pregunto con incredulidad - ¿Más del doble?, pero eso no puede ser.
- Como lo oye, querido amigo. Han gravado el tabaco de liar con un impuesto fijo de 1,80 €.
- Y eso ¿por qué? Cómo voy a pagar 3,30€, por lo que ayer costaba 1,50€.
- Querrán que la gente fume menos, pienso yo.
Hago mis cálculos y el resultado es que con el nuevo precio mis gastos subirán unos 45,00€ mensuales. Decido comprar sólo un paquete y me voy mascullando improperios contra el/la “inteligente” ministro/a.
Ahora nos dirán que lo hacen por nuestra salud, o que en otros países de Europa es aun más caro. Pues no, la razón es la siguiente:
No quieren subir impuestos directos porque estamos en crisis y, según ellos, lo importante es proteger a las clases más desfavorecidas. Además, están dejando de ingresar mucho dinero por el tabaco, pues mucha gente se ha cambiado al “de liar” que es más barato. Bueno, piensan ellos, sin problema: subimos el impuesto del tabaco de liar y ya está.
Si tratan de proteger a las clases menos pudientes, que son las que hemos tenido que aprender a liar cigarrillos, que dejen los precios como estaban y no nos toquen los… bolsillos. Por qué, digo yo, no suben el impuesto del whiski de malta y similares (el alcohol es la droga que más muertes provoca), de los coches de lujo, de las mansiones. Por qué, sigo pensando, no se bajan ellos los salarios, o, mejor aun, por qué no se ponen ya de una vez (gobierno y oposición), a arreglar lo que tienen que arreglar (que es mucho). Que no nos tomen más el pelo y compensen el déficit en los presupuestos gastando con mesura y acierto y no a costa de los que fumamos. En mi opinión esto es un delito de especulación pura y dura.
Hace tiempo escribí un artículo en el que detallaba los miles de millones que el estado ingresa por el tabaco y con el que, por ejemplo, deberían construir hospitales, escuelas, centros de rehabilitación, etc. Cosas que, a mi entender, son más importantes que el gasto militar. Pero siempre volvemos a lo mismo: Si el nivel cultural sube, ¿quién votaría a semejantes ineptos? Poca gente, seguro.
Que con su pan se lo coman.

domingo, 7 de junio de 2009

A ver si va ser verdad (II)


Acabo de ver los resultados de las elecciones al Parlamento europeo y como siempre todos los partidos ganan y ninguno pierde.
Han votado algo más del 45% de las personas con derecho a voto. Lo que quiere decir que casi el 55% no lo ha hecho. Eso es una mayoría abrumadora. Jamás un partido ha conseguido el 55% del total de los votos posibles, sin embargo, ninguno de ellos toma eso como lo que es: que el 55% de los votantes no quiere a ningún partido o, mejor dicho, a los políticos que los representan. Bien al contrario, hablan de la abstención como un simple dato estadístico sin apenas valor político. Pero la realidad es así:
Ciudadanos que no quieren a ningún político (de los que se han presentado) 14.500.000 aprox.
Ciudadanos que votan 12.200.000 aprox.
Si el PP tiene algo más de 6.000.000 de votos y el PSOE algo menos de esos 6.000.000 de votos, lo que representa en el mejor de los casos un 22% del total, como pueden unos y otros decir que gobiernan u opositan en nombre de una "mayoría" del pueblo español, si sumando los votos de los dos siguen siendo "minoría"
Pero la gran mentira disfrazada de verdad que nos cuentan es que el que no vota no tiene derecho a quejarse. Pero no quieren saber; bueno, hacen como que no lo saben, que el voto es un "derecho" que se puede ejercer por acción o por omisión. Sin embargo, parece ser que el que no vota no existe. Deberían empezar por cumplir los dos grandes mandatos de esa Constitución con la que algunos, aunque no la votaron, se llenan la boca: Cada español una vivienda, cada español un trabajo. Así iríamos todos a votar y, posiblemente, botando de alegría.
Lo que he dicho mil veces: ellos viven en un mundo y la "gente corriente" (la Sra. Aguirre dixit) vivimos en otro. O dicho de otra manera "No hay peor ciego que el que no quiere ver". Lo malo es que uno de esos ciegos es el que conduce el autobús en el que viajamos todos, los que votan y los que no.
Que no nos pase nada.